PRIMERO
CAPÍTULO I
- Vamos, quítate la ropa - dijo
- ¡¿Qué?! Oye hueón, vine a acordar la pensión alimeticia para nuestro hijo, no vine a huevear contigo, eso se acabó hace rato - respondió
- Mira, deja de hacerte la indignada y venir con esas estupideces de mojigata dominguera. El asunto es bien simple... aquí tengo una transacción de alimentos por dos palitos y medio, reajustables, pero ni cagando la llevo al tribunal a menos que hagas lo que te pido, partiendo porque se saques la ropa.
Diana lo miró con odio, pensando qué mierda tenía en la cabeza para haberse metido con un conchesumadre como ese, pero recordó lo que le habían dicho, cuando lo conoció era un tipo completamente distinto. Respiró profundo, esperando que se le pasara el enojo y respondió
- No voy a hacer ninguna cosa Enrique. Vine aquí porque me dijiste que podíamos arreglar este problema sin meter a los abogados, pero no era esto lo que tenía en mente. Me dijeron que podía obtener una pensión buena para mi hijo, así que creo que vamos a dejarlo hasta aquí nomás...
- ¡¡5 millones!! Cinco millones si te sacas la ropa ahora mismo... es super fácil, lo has hecho varias veces y te aseguro que si no lo haces como te digo, este tema se va a poner difícil para ti. - Le respondió
- ¿Me estás amenazando? Y además quién te dijo que quería cinco millones de pensión, no quiero tu plata, sólo quiero que mi hijo esté bien, me estás ofreciendo varias veces lo que te pedí en la demanda y sin embargo en el tribunal dijiste que no tenías plata.
- Si quiero puedo ganar el mínimo mañana mismo... o puedes hacer lo que te digo y asegurarte más plata que la que ganarás nunca en esa porquería de trabajo que tienes. de hecho, si quiero puedo desaparecer mañana mismo y no recibirás nada. - señaló.
Diana pensó en las cuentas sin pagar, la comida que tenía que guardar con su vecina, el agua que conseguía robándola del grifo, la micro que tomaba subiéndose por la puerta trasera, pensó en todo eso y en el abogado que tenía que no podía ser mayor que su hermana chica. Pensó un momento más y dijo:
- Mira... estaré sin plata, viviendo de allegada y lo que quieras, pero no soy una puta. La Audiencia es en dos semanas, espero que vayas.
Tomó su bolso y salió de la oficina, preguntándose que le pasaba a ese hueón y de dónde había sacado tana plata para andarle ofreciendo 5 millones al mes. Claramente no era el tipo común y corriente que conoció, pero de ahí a poder andar botando plata era oro cuento... y si tenía tanto qué le costaba pagarle los 200 mil pesos que pedía.
Siguió caminando un poco más y se enjugó las lágrimas, no era ninguna mojigata dominguera, pero tampoco había caído tan bajo como para que le dijeran puta y pensaba morirse con esa dignidad intacta
Capítulo II
- Oye tenías razón... me dijo que no.
- ...
- Me preguno si me habré equivocado con ella.
- Tal vez pensó que la estabas hueveando, después de todo no tiene por qué creer que tienes tanto dinero para darle.
- Pero lo tengo.
- Lo sé
- Averigua dónde está trabajando, quiero ir a verla
- Ok... ¿algo más?
- ... dile a la Laurita que pase, quedé con la bala pasá.
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