Han pasado años desde la última vez que publiqué algo en este Blog y más que preguntarse por qué pasó tanto tiempo, debieran hacer el ejercicio contrario y preguntar "¿por qué vuelve a escribir?"
Respuesta: No tengo idea.
Esto es más una cuestión de impulsos del momento y épocas en que siento deseos de hacer ciertas cosas, y otras en que la sóla idea me deprime, en fin. Espero moderar mi frecuencia de trabajo en los Blogs para no fundirme nuevamente, como ocurrió entre Agosto y Octubre del año pasado.
A continuación pueden leer el segundo capítulo de la historia que comenzó en el mensaje anterior.
Espero sus comentarios...
Recuerdo cuando fabriqué mi primer auto. Antes del SBC siempre quise tener un auto, pero pensaba mil cosas, que el diseño representara mi personalidad, que el auto no gastara más de lo que podía gastar al mes en él, que me gustara, pero a la vez pudiera llevarlo al trabajo, en fin. No quería ser de aquellos tipos que ganaban algo de dinero y se compraban el auto más caro que podían, ni quería el auto que me habría comprado a los 18 cuando ya tenía más de 30 años.
Cuando finalmente pude tener mi auto terminó siendo simplemente uno de aquellos compactos de celdas de combustible que se hicieron tan populares mientras intentabamos salvar el Planeta 50 años tarde. Pero ese era un problema antiguo y si hubiese querido podría haberme fabricado uno de aquellos odiosos vehículos de quema de combustibles fósiles, pero tampoco era la idea, no por la ecología... el problema ahora era encontrar carreteras donde transitar con uno de esos dinosaurios. Para mi propia vergüenza me incliné por un viejo cliché, un Mustang GT390 Fastback... recordaba el auto perfectamente de los ciclos de cine a los que solía asistir y aún 20 años despues tenía la idea algo romántica de parecerme a Steve McQueen en "Bullit". Más allá de la apariencia. poco tenía que ver mi auto con el que manejara McQueen por las calles de San Francisco... girabas la llave de encendido y no te dabas cuenta si había funcionado a menos que la radio empezara a sonar. Se trataba de una extraña mezcla de tecnología y nostalgia, apariencia antigua y funcionamiento moderno... jajaja... hasta ponía el simulador de motor V8 para imaginarme que quemaba un poco de gasolina sobre la carretera.
El problema es que estaba aburrido, imposiblemente aburrido... no había nada que hacer. No necesitaba trabajar para obtener cosas y no quedaban demasiados misterios que resolver. Los exploradores eran los únicos tipos felices que veías por ahí, pero un día dejaron de volver apublicar lo que habían comentado, inventaron una señal distante y se ahorraron la molestia. Se ahorraron la molestia de volver y un día cortaron el feed, mandaron un último mensaje: "Hagan algo" y nunca más supimos de ellos.
La verdad es que no a muchos les importó, es decir, si querían encontrarlos, bastaba con intentarlo, pero no había ningún interesado.
lunes, febrero 22, 2010
El aburrimiento
Capítulo II
"Los Dioses aburridos
Publicado por Esteban Pedreros a las 3:13
Etiquetas: Borrador, Capítulo II, Ciencia Ficción
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Bueno, leí ambos capítulos.
Como lectora aficionada y escritora amateur, me parece que tenes una gran historia entre manos, aunque por ahora la veo muy disuelta.
Amaría poder ver cómo le vas dando forma. Un abrazo grande.
Publicar un comentario